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Primera parada: La Taberna Manchega

 Que nervios, la primera valoración del blog y la hago yo. No puede ser tan difícil ¿no? Digo un par de tonterías, pongo nota a las bravas, al trato, al precio y punto. No, eso no puede ser todo, os dejaría con hambre de algo más ¿Qué os puedo ofrecer? ¿Qué co**nes queréis? Espero averiguarlo con el tiempo.

 La primera cata la realizamos en la Taberna Manchega, un bar situado al norte de Villareal cerca del polideportivo Bancaixa, pero empecemos por el principio de la historia. Salimos de casa ilusionados en entrar en cualquier bar random en el que probar sus bravas y empezar así nuestra carrera degustadora. Como no estamos demasiado familiarizados con la palabra “random” decidimos ir a un bar en concreto: el Booncata, se frustraron nuestros planes al encontrar el local a reventar de gente, incluyendo la terraza, y eso que hacia fresquis. Allí nos encontrábamos cuatro gatos hambrientos a las puertas de un local repleto de gente esperando al quinto gato que llegaba en coche, el misterioso quinto integrante llegó, nos vio e intentó aparcar a escasos metros de nosotros, tal vez se puso nervioso al vernos porque montó un show. Escogió una plaza de toros para aparcar en paralelo, pero entraba tan perpendicularmente que era imposible que lo consiguiera y en pleno tercer o cuarto intento pasó lo peor que puede pasar cuando estás en esa situación tan incómoda: que llegue el propietario del coche de delante. El quinto gato, al percatarse, optó por una estrategia digna de Escipión el Africano, se quedo quieto a medio entrar, del palo: “si no me muevo no me ve” y esperó a que el vecino desaparcara su coche con la dificultad añadida de tenerlo a él cruzado (lo siento Carlos, tranqui que no he dicho quién es el quinto gato… ¡Ouch!).

 Empieza la aventura, nos subimos al coche (si, somos unos cabr***s le hicimos aparcar para nada) y fuimos dando vueltas por Villareal en búsqueda del bar prometido. Como es tan difícil encontrar un bar en Villareal (ironia mode on) dimos varias vueltas y aparcamos cerca de donde habíamos empezado: nos rendimos, estaba claro que dar vueltas con el coche no era un método eficaz de búsqueda, parecía Bing. Así que, y sin que sirva de precedente, decidimos usar un poco lo que cargamos encima de los hombros, empezamos a proponer sitios pero siempre había alguien que vetaba el sitio que otro había propuesto (entre ellos me incluyo), así que ante la temerosa visión de terminar como siempre en el kebap decidimos bajar el listón y entrar en el primer bar que encontráramos. ¿Y que encontramos? ¡La Taberna Manchega!
                                           

 Sí, esto es lo que vimos al entrar... bueno, esto no, lo he sacado de google porque fuimos tan novatos de no fotografiarlo para el blog, por no ser no era ni un lince era un conejo (“¡Sergio, pero que cutre eres!”). El hecho es que cuando entramos nos encontramos con una foto de unos perros persiguiendo a un conejo y debajo el busto del conejo disecado. Pero lectores y lectoras, si algo he aprendido de la vida es que no hay que fiarse de las apariencias, lo bonito está en el interior. Y tanto que lo bonito estaba en el interior y qué bonito, después de tanto buscar teníamos mesa de 6 para 5, ¡Un lujo! Calentitos y dentro del local.

 Empecemos con la valoración, para poneros en situación pedimos dos jarras de cerveza, dos tapas de bravas y una tapa de rabo de toro. Por otra parte fuimos dos los que nos pedimos la hamburguesa especial y tres se pidieron bocadillo, luego voy con esto.

 La cerveza guay, la jarra era de un litro aproximadamente y nos la sacaron como toca: fresquita. Para entrar más en detalles tenía un aroma afrutado, color ambarino, de textura a beso de buenas noches, juguetona al paladar y… ni caso, que se me va la olla.

 Las patatas bravas llegaron y nos sorprendió positivamente en cuanto al tamaño de la ración (tampoco tenemos foto, arreglaremos esto en un futuro). En cuanto al sabor eran luces y sombras, la primera impresión que tuvimos es que sabían demasiado a kétchup (dedujimos de ahí que lo rojo era kétchup), pero cuando empezamos a cargar la patata con más alli-oli el sabor del kétchup apenas se notaba, pero se notaba.

 En cuanto al rabo de toro era la primera vez que lo probaba y he de decir que dos de nosotros opinamos que era simplemente carne con sal, por otra parte los otros tres estuvieron encantados con la ternura de la carne y de su sabor y a favor de esta tapa y del bar: ¡nos la regalaron! (gomet verde para La Taberna Manchega).

Y llegamos al plato principal: Hamburguesa vs Bocadillo
        

Creo que a primera vista ya se puede ver quién es Floyd Mayweather y quién es Adre Berto... bueno ,igual no se aprecia bien, os lo cuento. El bocadillo era mucho más grande y consistente, la hamburguesa a pesar de su notable sabor parecía pan con pan. 2/3 bocadilleros recomienda el bocadillo, mientras que 0/2 hamburgueseros recomienda la hamburguesa, saquen sus propias conclusiones.

 Para ir terminando, dejar constancia de que el trato fue muy correcto. Nos atendió una camarera muy simpática que según dicen tenia buen culo (me perdonaréis pero yo no me fijé y no voy a tenerlo en cuenta para la valoración). En cuanto al precio: 3 bocadillos + 2 hamburguesas + 2 jarras + 5 tercios (somos insaciables) + 3 tapas (una regalada) = 45 euros, un precio bastante encorsetado y asequible.

Local: 4.4
Bravas: 5,2
Comida: 4,2
Trato: 6,7
Relación calidad/precio: 7,0

 No puede haber mejor conclusión de la valoración que deciros que volveremos a la Taberna… pero antes aún nos quedan muchos bares que evaluar, seguid atentos.


  


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